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Hasta para casarse Maradona es mejor que Messi, y que Cristiano

La noticia se ha vuelto mundial, viral, ha acaparado todo. Messi se casó con aquella niñita que conoció en su infancia, acaso la única mujer que ha conocido, acaso la única que sabe que ese hombre de hielo de cuando en cuando transpira pasión: Antonella Rocuzzo.

Foto: Infobae.com

Es imposible no pensar, viendo a Messi tan sobrio, tan bien puesto y bien arreglado a la entrada del hotel Pullman en Rosario, en Maradona, que la noche del 7 de noviembre de 1989 se casó con Claudia Villafañe.

Hagamos el paralelo: Messi lo hizo todo más o menos sobrio, invitó a unos cuantos buenos amigos del Barcelona, a unos cuantos buenos amigos de la Selección, a Shakira, a un par de tenistas y ya está. Todo sobrio, elegante, en un hotel de lujo, de mucho lujo, nada de escándalos.

Maradona, a quien han llamado 'dios', alquiló un avión jumbo en el que llegó todo el plantel de Napoli, incluida la plantilla de la B. Al Luna Park, epicentro de la cultura popular argentina, epicentro del pueblo, de los cantores del pueblo – como dice Calamaro que lo es -, de los jugadores del pueblo - como Maradona lo fue - 29 camiones transportaron las 4.200 plantas que se colocaron en las tribunas del estadio, 120 operarios colocaron las cortinas de acrílicos para tapar las gradas vacías y recrear la caída de una cascada y una alfombra roja cubrió los 14 mil metros cuadrados de aquel Palacio de los Deportes.

La conclusión es inevitable: Maradona es mejor que Messi hasta para casarse.

El tema puede discutirse hasta el infinito, hasta el hartazgo, ad nauseam. Habrá quienes prefieran a Messi o a Ronaldo por encima del Diego. Y entonces se habla de números: que las champions, que los balones de oro, que los goles, que la trayectoria, tralalín tralalá. Son esos mismos que han olvidado que el fútbol es, ante todo y primero que todo, poesía, pero no cualquier poesía, sino poesía popular.

¿Por qué nuestros abuelos amaron al América y nos enseñaron el amor por el rojo? Sencillo: porque nuestros abuelos recuerdan esas tardes en que unos 'negritos' jugaban fútbol en una cancha del barrio obrero luego de la dura semana del trabajo, y aquellos domingos se convirtieron en el único oasis de la existencia. Poesía, poesía popular.

¿Cómo explicar las lágrimas de un hombre mientras escucha el himno de su país y se prepara a jugar un partido del mundial? Poesía. Eso no lo explican los números, no lo explican las matemáticas, no queridos, los análisis se derrumban antes que eso. Y eso fue lo que hizo el Diego.

Messi y Cristiano han hecho más goles, más asistencias, todo lo que querás: pero ninguno construyó una gesta, ninguno fue el autor de una epopeya. Diego sí. Diego le hizo dos goles a los ingleses - mundial del 86 - luego de una guerra en que ellos, los ingleses, habían aplastado a los chicos Argentinos en las Malvinas. Poesía.

Diego, él y otros cuantos, llegó a Napolés y galopó con un equipo mediocre hasta hacerle ganar dos escudettos y una Copa de Europa humillando a la Juve, a esa señora cruel acostumbrada al triunfo. Poesía. La poesía de Diego. Y eso que no estoy contando lo que hizo con Boca cuando era un adolescente y tampoco lo que hizo en su villa cuando era un chico mal alimentado. Poesía.

Ahora dicen que Cristiano ha tenido otros dos niños en vientres alquilados. Ese es el perfecto ejemplo de la falta de poesía: es como si le faltara algo humano. Nadie se identifica con él, con un tipo que parece no tener grietas, que alquila vientres, que nunca produce un escándalo, que parece no salir de su burbuja y llegar hasta el pueblo. Nadie se identifica con Messi que de cuando en cuando habla.

Maradona, en cambio... Hizo hijos de verdad, embarazó a su mujer de verdad, la cuidó, la cagó, metió coca, se emborrachó tantas veces, caminó la calle tantas veces, habló tanto..., como cualquier otro, un tipo de acá, del pueblo, de la tierra.

Nada qué hacer. Maradona fue y es un ídolo. Los otros dos se olvidaron de la poesía, hasta para casarse, hasta para hacer hijos.

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Un sitio de: Juan Camilo Parra y Joan Sebastián Ruiz

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