GRACIAS MARIO
Y llegó el día en el que otro caballero del fútbol se retira de la actividad profesional. Desde que tengo memoria lo vi jugar al gran Mario, disputando esa Libertadores del 99 que Martín Zapata decidió desperdiciar. Pasó por River junto con Juan Pablo Ángel donde fue campeón y figura reconocida por los hinchas millonarios, aunque muchos argentinos lo recuerden más por el día en que Juan Román Riquelme le pintó la cara en un superclásico con un “caño” que para muchos es el más lindo de la historia y Palermo lo dejó en ridículo con un enganche lento y poco ortodoxo que terminaría en gol y sentenciaría la serie a favor de los bosteros. Sí, lo tuve que ver con la camiseta de los dos equipos con los que jamás simpatizaré y aún así es mi gran ídolo de la zaga defensiva.
Seguramente en la historia del fútbol hubo y probablemente habrán muchos mejores centrales con más reconocimientos, títulos mundiales y continentales, pero ninguno bajo mi percepción logrará estar a la altura de este defensor caleño que con la tricolor lo dejó todo. Le tocó perder muchas veces, bajar la cabeza, ver como el tiempo pasaba y no lograba conseguir la máxima gloria con su país, a pesar de esa copa América que supo a poco. Nantes, París, Verona, Milán, Bérgamo y Buenos Aires fueron las ciudades que disfrutaron de Mario Alberto, que debutó en Cortulúa donde Reinaldo Rueda decidió ubicarlo como defensor cuando se destacaba como un delantero centro, una decisión que cambiaría la historia no sólo de él, sino del fútbol profesional colombiano.
102 partidos y 6 goles es su registro con la selección, que lo posicionan como el segundo jugador con más presentaciones internacionales, a 9 partidos del gran Valderrama que disputó 111. Junto a Iván Ramiro Córdoba y Amaranto Perea lideraron muchas veces la zaga central del seleccionado y el vestuario compartiendo la capitanía por muchos años. Disputó la copa Confederaciones del 2003 donde marcaría su primer gol como internacional a la selección de Nueva Zelanda y las copas Américas del 2001, 2004, 2007 y 2011, en esta última, cuenta Francisco Maturana, el entrenador que lo dirigió en la consecución del titulo del 2001, que Yepes sintió que el partido contra Perú por los cuartos de final donde la tricolor perdió por 2 a 0, sería su último compromiso con la selección. “Mario empieza a llorar en el camerino y les dice a los muchachos, llorando, que ellos no sabían lo que le costaba a él entrenar para poder estar a la altura de ellos, que él pensaba que esa era su última Selección y estaba muy dolido porque los habían eliminado, que se habían frustrado sus sueños. Termina Mario y sigue llorando, viene Camilo Zúñiga y habla: “Mario, no se preocupe, que nosotros vamos a correr por usted, ponemos todo lo que usted no pueda poner, pero lo necesitamos aquí con nosotros. Este es un grupo de amigos y esa es la verdadera fortaleza de esta Selección”.
Esa fortaleza y ese liderazgo que brindaba el capitán fueron el bastión para que la generación de jugadores más exitosa de nuestro país pudiera disputar una copa del mundo luego de 16 años de ausencia, logrando su mejor participación y dejando el listón muy alto por el fútbol exhibido durante ese campeonato del mundo, que para muchos especialistas y ex-jugadores fue el mejor de la historia. Muy seguramente a Mario se le recuerde por el gol que el arbitro español decidió anular en aquel partido polémico de cuartos contra Brasil , que para muchos fue legal, pero que desafortunadamente estaba bien invalidado. En un mundo más justo, Yepes merecía consagrarse de esa manera anotando aquel gol que podía haber sido el principio de la remontada y de un día histórico para el fútbol de esta tierra, pero el desenlace fue diferente. Sin embargo, su participación en Brasil fue uno de los puntos más altos de la selección y su legado perdurará en la memoria de todos aquellos que siempre le guardaron respeto y confiaron en sus capacidades a pesar de su edad.
Mario, aquel “raggazo” que vistió la número 76 del equipo más grande de Italia y se dio el lujo de ganar la serie A vistiendo su camiseta, el gran Capitán, uno de mis ídolos y el mejor central que pude ver, ha decidido colgar las botas y dejar este deporte que lo consagró como el mejor defensor en la historia de este país.
!Gracias, Mario¡